Buenos Aires y todo el país no salen aún de su estupor tras conocer la terrible noticia que en la mañana del martes 28 de octubre los noticieros transmitían desde temprano: un joven de 15 años de edad mató a mansalva a tres compañeros del colegio e hirió a otros cinco con un arma de fuego que le robó a su padre. Éste parecería un titular de un diario de primer mundo, o un fragmento de la película Bowling for Columbine de Michael Moore; pero no, esto sucedió en Argentina.
"Junior" (o Rafael, que es su verdadero nombre y que algunos medios de comunicación tratan de resguardar), fue descrito por los maestros como "un chico tímido, introvertido y sin antecedentes de mala conducta". Esta personalidad -el tratar de no meterse con nadie, hasta el punto de la exclusión social- le servía como mecanismo de autodefensa, de protección contra las continuas provocaciones por parte de sus pares. No hace falta ser especialista para darse cuenta que este adolescente necesitaba ayuda especializada, psicológica; pero sí hace falta para determinar cuales fueron las causas que lo motivaron a cometer esta verdadera masacre.
El hecho ocurrió en la escuela pública "Malvinas Argentinas" de Carmen de Patagones, al sur de Buenos Aires. Luego del izamiento de la bandera, Rafael entró último al aula -como de costumbre- y susurró para sí mismo: "hoy va a ser un buen día". Lo que siguió es realmente de no creer. "Junior" sacó de entre sus ropas un arma 9 milímetros de su padre (que es suboficial de Prefectura), y empezó a disparar al azar. Posteriormente centró su mira en algunos de sus compañeros, logrando matar a tres: Sandra Núñez de 16 años, la chica que siempre reía y que a pesar de costarle mucho el estudio seguía concurriendo a clases por sus compañeros; Fernando Ponce también de 16 años, que se caracterizaba por su pasión por los deportes y su buen humor; y Evangelina Miranda, hija única de madre soltera y que recientemente había cumplido sus 15 años. También hirió a cinco compañeros más, tres se encuentran en grave estado (a uno de ellos -Pablo- se le extrajo el riñón) y dos ya han sido dados de alta.
Una vez cometido este homicidio, Junior dejó el arma en el salón de clases y salió del aula como si nada hubiera sucedido. Caminó por los pasillos del colegio con la mirada perdida y sin decir palabra, y en la puerta de entrada le entregó a un policía un cuchillo de caza que siempre llevaba a clases y sólo le dijo: "estoy loco yo". Inmediatamente después fue detenido por el oficial y trasladado a la comisaría de Bahía Blanca.
¡Qué pasó por la mente de este chico! ¿Qué factores lo llevaron a efectuar semejante aberración? Indudablemente hay algo que no está bien en su cabeza. Los principales indicios que se manejan son que comúnmente vestía todo de negro, escribía frases tales como "la mentira es la base de la felicidad de los seres humanos", "lo más sensato en esta vida es suicidarse" y "si alguien le encontró sentido a la vida, por favor escríbalo aquí"; se había vuelto adepto a la música de culto (punk rock) y era seguidor de Marilyn Manson que, para mi punto de vista, realiza una música horripilante y, más allá de una super-estrategia de marketing, está íntimamente ligada al ocultismo y satanismo.
Pero esto tiene que tener otra explicación. No todos los que escuchan rock y se visten de negro salen a matar gente. Debe haber algo particular en este muchacho. Algunos dicen que no tenía contención ni diálogo familiar y que había tenido una fuerte discusión el día anterior con los tres compañeros que mató, a lo que habría que sumarle la terrible situación en materia de seguridad y tolerancia que está atravesando el país. Todo esto lo convirtió en una bomba de tiempo, en un caldo de cultivo lleno de resentimiento y odio que estalló el día martes por la mañana.
El país está de duelo y se lo ha llamado a la reflexión para que esta desgracia no vuelva a ocurrir y no sirva de "inspiración" para otros menores inmunes de la jurisdicción nacional. Parece que los argentinos nos encargamos de imitar lo peor de los países-potencias (en referencia al la masacre de Columbine, Colorado en Estados Unidos, donde dos adolescentes mataron en 1999 a doce alumnos y un profesor, y luego se suicidaron), y no lo digno de emular.
Si buscamos culpables nos encontraremos con que la sociedad es responsable. El Estado es responsable. Vos y yo somos responsables. Estos hechos de violencia seguirán ocurriendo (espero que no en tal magnitud) mientras nosotros -la sociedad- sigamos mirando para otro lado, como si esto fuera una caso aislado, que no se puede volver a repetir, como se hace con tantas otras cosas.
Ahora seguramente se van a tomar medidas de prevención: instalación de efectivos policiales, cámaras de seguridad, detector de metales..., pero el arreglo no pasa por estar precavidos, porque el miedo siempre va a estar presente. La solución no está en prevenir; la solución está en curar.