EN BUSCA DEL CUERPO PERFECTO
Con la llegada del verano gimnasios, plazas y parques se colman de personas que buscan adelgazar y, en menor medida, mejorar su calidad de vida. Digo en menor medida porque hay gente que contraproducentemente ejercita dejando de lado lo que es saludable y dándole lugar al adelgazar cueste lo que cueste.
Esta estación de altas temperaturas y vacaciones es ideal para exhibir el cuerpo: algunos disfrutan de esta actividad -ya que durante todo el año han estado esperando esta época para hacerlo y lucir su cuasiperfecta figura-, mientras que otros se deprimen frente al espejo al notar su adiposidad corporal y darse cuenta que han perdido otro año más en la lucha por bajar de peso para disfrutar del verano, el sol y el aire libre.
Pero esto va más allá: es tan fuerte la demanda social de tener un cuerpo esbelto que hay gente que busca soluciones mágicas prometedoras de un cambio radical en tan solo un par de semanas. Y es por esta misma coerción social que tanto jóvenes como adolescentes (sobre todo mujeres, aunque en los últimos años los hombres han ido creciendo en cantidad) irrumpen en prácticas de alto riesgo como son el vómito autoinducido, el abuso de laxantes y la sobreejercitación. No estoy hablando mas que de otra cosa que la bulimia y la anorexia, que junto con la desnutrición infantil son uno de los flagelos que asolan nuestro país, con la diferencia que los dos primeros se dan casi exclusivamente en entornos de clase media-alta, mientras que la tercera esta ligada a la pobreza.
Al analizar las causas se pueden encuentran la falta de contención y diálogo familiar, baja autoestima, dismorfofobia (imagen distorsionada del propio cuerpo), estrés y ansiedad. Pero sin lugar a dudas surge también como un posible motivo el embelesamiento que ejercen los medios de comunicación: desde el bombardeo publicitario de pastillas adelgazantes y aparatos generadores de abdominales de roca hasta la exposición de cuerpos esculturales (tanto de hombres como de mujeres) que proliferan en series estadounidenses dirigidas al público juvenil. Todo esto da como resultado que un/a adolescente piense que si ese actor o aquella cantante es delgada seguramente tiene una vida feliz y el éxito garantizado mientras dure su actual estado físico. Este es el pensamiento que surgiría de alguien al que no le gustaría hacer ni el mas mínimo esfuerzo por profundizar en esta cuestión.
Por suerte existen organizaciones que se dedican
a combatir la bulimia y la anorexia y tratan los desordenes alimenticios como algo serio, los cuales ofrecen mucha información sobre estos trastornos.
Y para finalizar: según datos estadísticos, Argentina se encuentra en segundo lugar, después de Japón, en el número de personas que sufren trastornos en la alimentación. Por lo visto nuestro país todavía sigue imitando tendencias de primer mundo.
Esta estación de altas temperaturas y vacaciones es ideal para exhibir el cuerpo: algunos disfrutan de esta actividad -ya que durante todo el año han estado esperando esta época para hacerlo y lucir su cuasiperfecta figura-, mientras que otros se deprimen frente al espejo al notar su adiposidad corporal y darse cuenta que han perdido otro año más en la lucha por bajar de peso para disfrutar del verano, el sol y el aire libre.
Pero esto va más allá: es tan fuerte la demanda social de tener un cuerpo esbelto que hay gente que busca soluciones mágicas prometedoras de un cambio radical en tan solo un par de semanas. Y es por esta misma coerción social que tanto jóvenes como adolescentes (sobre todo mujeres, aunque en los últimos años los hombres han ido creciendo en cantidad) irrumpen en prácticas de alto riesgo como son el vómito autoinducido, el abuso de laxantes y la sobreejercitación. No estoy hablando mas que de otra cosa que la bulimia y la anorexia, que junto con la desnutrición infantil son uno de los flagelos que asolan nuestro país, con la diferencia que los dos primeros se dan casi exclusivamente en entornos de clase media-alta, mientras que la tercera esta ligada a la pobreza.
Al analizar las causas se pueden encuentran la falta de contención y diálogo familiar, baja autoestima, dismorfofobia (imagen distorsionada del propio cuerpo), estrés y ansiedad. Pero sin lugar a dudas surge también como un posible motivo el embelesamiento que ejercen los medios de comunicación: desde el bombardeo publicitario de pastillas adelgazantes y aparatos generadores de abdominales de roca hasta la exposición de cuerpos esculturales (tanto de hombres como de mujeres) que proliferan en series estadounidenses dirigidas al público juvenil. Todo esto da como resultado que un/a adolescente piense que si ese actor o aquella cantante es delgada seguramente tiene una vida feliz y el éxito garantizado mientras dure su actual estado físico. Este es el pensamiento que surgiría de alguien al que no le gustaría hacer ni el mas mínimo esfuerzo por profundizar en esta cuestión.
Por suerte existen organizaciones que se dedican
a combatir la bulimia y la anorexia y tratan los desordenes alimenticios como algo serio, los cuales ofrecen mucha información sobre estos trastornos.
Y para finalizar: según datos estadísticos, Argentina se encuentra en segundo lugar, después de Japón, en el número de personas que sufren trastornos en la alimentación. Por lo visto nuestro país todavía sigue imitando tendencias de primer mundo.
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Merovingio -